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Interceptaciones: ¿Derecho o privilegio? 🕵️‍♂️📞

Interceptaciones: ¿Derecho o privilegio? 🕵️‍♂️📞

Cuando creíamos que lo habíamos visto todo, la Procuraduría General de la Nación decidió sumarse al teatro judicial, apelando el decreto probatorio que, oh sorpresa, incluyó las interceptaciones telefónicas entre el expresidente Álvaro Uribe Vélez y su abogado, Diego Cadena. ¿Quién lo hubiera imaginado? Al parecer, las reglas son diferentes cuando hablamos del “intocable” líder político.

¿Garantías procesales o blindaje personalizado?

El procurador Bladimir Cuadro, con la solemnidad digna de una telenovela de horario estelar, argumentó que “se violaron las garantías procesales” al incluir las interceptaciones de conversaciones entre el abogado y el cliente. Son nada más y nada menos que 28 llamadas realizadas en 2018, en plena investigación por manipulación de testigos, que aparentemente fueron captadas por casualidad porque el objetivo de las escuchas “eran otras personas”. Claro, porque el azar siempre tiene predilección por los poderosos.

El argumento de la Procuraduría

En un recurso “respetuoso”, la entidad solicitó al Tribunal de Bogotá que revoque la decisión de la juez Sandra Heredia, quien había decidido no excluir las grabaciones. Según el Ministerio Público, permitir estas interceptaciones equivale a profanar el sagrado vínculo entre abogado y cliente, olvidando que este caso, como pocos, rebasa los límites de lo convencional.

“Solicitamos la exclusión de las comunicaciones entre abogado y cliente, ya que estas están protegidas por las garantías procesales”, explicó Cuadro, dejando claro que incluso en los escándalos, la ley debe mantenerse como un escudo selectivo.

¿Coincidencias “involuntarias”?

Que quede claro: las interceptaciones fueron autorizadas por la Corte Suprema de Justicia, pero no dirigidas directamente al expresidente. ¿Qué tan probable es que, en un mes, el destino conspirara para que cayeran 28 llamadas del líder político y su abogado en medio de una de las investigaciones más polémicas de los últimos tiempos?

Un desenlace anunciado

Aunque el caso aún no termina, algo parece evidente: las instituciones no están preparadas para tratar a los poderosos como ciudadanos comunes. Las garantías procesales son importantes, pero cuando se convierten en herramientas para evadir la justicia, es difícil no cuestionar si todos los caminos del sistema conducen siempre a la misma puerta.

Mientras tanto, seguimos observando este episodio digno de un guion de Netflix. ¿Será que al final alguien tomará el teléfono equivocado y realmente escucharemos la verdad?

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